Raíz viva de la pintura.
Benjamín Palencia, un pintor manchego del pasado siglo, lo expresó de este modo tan apropiado:
"Giotto, raíz viva de la pintura".
Giotto fue un pintor del trecento italiano (es decir, del siglo XIV), considerado por muchos como el iniciador de la pintura moderna, es decir, una pintura que buscaba representar las cosas como si fueran reales, como si el plano de los muros se abatiera hacia el fondo. Ideo sistemas de perspectiva que no eran exactos, ni matemáticos, pero que producían una gran sensación de profundidad si sus pinturas se comparan con las de otros pintores de su época. De él se cuenta, aunque lo más probable es que fuera una leyenda popular, que aprendió a dibujar con exactitud mientras era niño y se dedicaba a cuidar cabras y ovejas. Con la vara de pastor dibujaba a sus corderos en la arena.
Pero quiero hablaros de Giotto, y más concretamente, de las pinturas que realizó en una pequeña capilla conocida como la capilla de la Arena, por una razón distinta al dibujo y la representación de la profundidad en la pintura. Es el color lo que nos interesa, el color azul de los fondos de las escenas sagradas representadas en esa capilla, y del cielo estrellado que evoca su techo.
El color azul en la época de Giotto era un material muy difícil de conseguir, a menudo más caro que el oro, y tenía un gran valor simbólico. El historiador Michel Baxandall lo cuenta en el siguiente pasaje sacado de su libro Pintura y vida cotidiana en el Renacimiento.
"Después del oro y de la plata, el ultramarino era el color más caro y difícil que usaba el pintor. Había graduaciones baratas y cercanas y hasta había sustitutos más baratos, generalmente mencionadas como azul alemán. (El ultramarino se hacía de lapis-lazuli molido, importado costosamente desde el Levante; el polvo era empapado varias veces para que soltara el color y su primer extracto -un rico azul violeta- era el mejor y más caro. El azul alemán era sólo carbonato de cobre; era menos espléndido en su color y, Io que es más serio, era inestable en su uso, particularmente en frescos.) Para evitar ser engañados sobre los azules, los clientes especificaban ultramarino; clientes más prudentes estipulaban un grado particular: ultramarino de uno, dos o cuatro florines la onza. Los pintores y su público estaban alertas a todo eso y el carácter exótico y peligroso del ultramarino era un medio de énfasis que nosotros, para quienes el azul oscuro no es probablemente más llamativo que el escarlata o el bermellón, podemos no advertir...
A medida que el siglo avanzaba, los contratos se hicieron menos elocuentes que antes respecto al oro y al ultramarino...
El abandono general del esplendor dorado debe haber tenido fuentes muy complejas y ocultas: una alarmante movilidad social con su problema de disociarse de los ostentosos nuevos ricos; la aguda escasez física del oro en el siglo XV; un disgusto clásico por la licencia sensual, que surgía ahora del humanismo neociceroniano, reforzando las líneas más accesibles del ascetísmo cristiano; en el caso de la ropa, oscuras razones técnicas para que las mejores calidades de la tela holandesa fueran en negro; sobre todo, quizás, el solo ritmo de la reacción de la moda. Muchos de tales factores deben haber coincidido. Y la inhibición no era parte de una amplia negativa a la opulencia pública: era selectiva. Philippe le Bon de Borgoña y Alfonso de Nápoles eran tan exuberantes como antes -si no más- en muchas otras facetas de sus vidas públicas. lncluso dentro de la limitación de la ropa negra se puede ser tan notoriamente derrochador como antes, cortando con derroche las mejores telas holandesas. Cambió la orientación de la ostentaciól -una dirección se reprimía y otra se desarrollaba- pero la ostentación en sí misma permaneció. El caso de la pintura era similar. Mientras el consumo conspicuo de oro y de ultramarino se hacía menos importante en los contratos, su s¡tio era cubierto por referencias a un consumo igualmente conspicuo de otra cosa: habilidad. Para ver cómo ocurr¡ó esto -cómo la habilidad pudo ser la alternativa natural del pigmento precioso, y cómo la habilidad podía ser claramente comprendida como un índice conspicuo del consumohay que volver al dinero de la pintura. Una distinción entre el valor del material precioso, por un lado, y el valor de! trabajo diestro con el material, por el otro, es ahora el punto crítico de la discusíón. Se trata de una distinción que no nos es ajena, que es en verdad totalmente comprensible, aunque no sea habitualmente una distinción central en nuestras ideas sobre los cuadros. Al principio del Renacimiento, sin embargo, ése era el centro. La dicotomía entre la calidad del material y la calidad de la habilídad era el mot¡vo más consistente y prominentemente mencionado en toda la discusión sobre pintura y escultura...
...(Alberti, en su tratado, pide que) el pintor represente objetos dorados no con el oro mismo sino con una diestra aplicación de pigmentos amarillos y blancos:
Hay pintores que utilizan mucho oro en sus cuadros porque piensan que eso les da majestad; esto no lo elogio. Aunque se estuviera pintando a la Dido de Virgilio con su carcaj dorado, su cabello dorado sostenido por un broche de oro, su vestido púrpura con su cinto dorado, las riendas y otras correas de oro en su caballo, aun entonces querría que no utilizara oro, porque representar con simples colores el brillo del oro merece, desde el punto de vista del oficio, más admiración y elogio".
Lo cierto es que, indistintamente de la opinión que nos merezca todo esto que cuenta Baxandall, conforme fue pasando el tiempo y la complejidad del arte de la pintura fue creciendo, apenas se volvieron a ver fondos azules como los de Giotto. El ilusionismo, la habilidad, ganó la batalla a la importancia que había tenido el material para las pinturas medievales. Pero hay un dicho del arte muy apropiado en este pasaje:
En toda ganancia siempre hay una pérdida.
Pregunta para evaluación positiva:
Veamos si somos observadores. En esta iluminación del libro de horas de Berry (hacia 1410), de la época de Giotto, en el que se muestran campesinos trabajando, hay un detalle con una gran falsedad histórica o una incoherencia relacionada con el color azul, ¿eres capaz de descubrir la incoherencia?
Es un acertijo difícil, pero a quien lo averigüe antes del martes le concedo un 0,5 en la evaluación general.
"Giotto, raíz viva de la pintura".
Giotto fue un pintor del trecento italiano (es decir, del siglo XIV), considerado por muchos como el iniciador de la pintura moderna, es decir, una pintura que buscaba representar las cosas como si fueran reales, como si el plano de los muros se abatiera hacia el fondo. Ideo sistemas de perspectiva que no eran exactos, ni matemáticos, pero que producían una gran sensación de profundidad si sus pinturas se comparan con las de otros pintores de su época. De él se cuenta, aunque lo más probable es que fuera una leyenda popular, que aprendió a dibujar con exactitud mientras era niño y se dedicaba a cuidar cabras y ovejas. Con la vara de pastor dibujaba a sus corderos en la arena.
Pero quiero hablaros de Giotto, y más concretamente, de las pinturas que realizó en una pequeña capilla conocida como la capilla de la Arena, por una razón distinta al dibujo y la representación de la profundidad en la pintura. Es el color lo que nos interesa, el color azul de los fondos de las escenas sagradas representadas en esa capilla, y del cielo estrellado que evoca su techo.
"Después del oro y de la plata, el ultramarino era el color más caro y difícil que usaba el pintor. Había graduaciones baratas y cercanas y hasta había sustitutos más baratos, generalmente mencionadas como azul alemán. (El ultramarino se hacía de lapis-lazuli molido, importado costosamente desde el Levante; el polvo era empapado varias veces para que soltara el color y su primer extracto -un rico azul violeta- era el mejor y más caro. El azul alemán era sólo carbonato de cobre; era menos espléndido en su color y, Io que es más serio, era inestable en su uso, particularmente en frescos.) Para evitar ser engañados sobre los azules, los clientes especificaban ultramarino; clientes más prudentes estipulaban un grado particular: ultramarino de uno, dos o cuatro florines la onza. Los pintores y su público estaban alertas a todo eso y el carácter exótico y peligroso del ultramarino era un medio de énfasis que nosotros, para quienes el azul oscuro no es probablemente más llamativo que el escarlata o el bermellón, podemos no advertir...
A medida que el siglo avanzaba, los contratos se hicieron menos elocuentes que antes respecto al oro y al ultramarino...
El abandono general del esplendor dorado debe haber tenido fuentes muy complejas y ocultas: una alarmante movilidad social con su problema de disociarse de los ostentosos nuevos ricos; la aguda escasez física del oro en el siglo XV; un disgusto clásico por la licencia sensual, que surgía ahora del humanismo neociceroniano, reforzando las líneas más accesibles del ascetísmo cristiano; en el caso de la ropa, oscuras razones técnicas para que las mejores calidades de la tela holandesa fueran en negro; sobre todo, quizás, el solo ritmo de la reacción de la moda. Muchos de tales factores deben haber coincidido. Y la inhibición no era parte de una amplia negativa a la opulencia pública: era selectiva. Philippe le Bon de Borgoña y Alfonso de Nápoles eran tan exuberantes como antes -si no más- en muchas otras facetas de sus vidas públicas. lncluso dentro de la limitación de la ropa negra se puede ser tan notoriamente derrochador como antes, cortando con derroche las mejores telas holandesas. Cambió la orientación de la ostentaciól -una dirección se reprimía y otra se desarrollaba- pero la ostentación en sí misma permaneció. El caso de la pintura era similar. Mientras el consumo conspicuo de oro y de ultramarino se hacía menos importante en los contratos, su s¡tio era cubierto por referencias a un consumo igualmente conspicuo de otra cosa: habilidad. Para ver cómo ocurr¡ó esto -cómo la habilidad pudo ser la alternativa natural del pigmento precioso, y cómo la habilidad podía ser claramente comprendida como un índice conspicuo del consumohay que volver al dinero de la pintura. Una distinción entre el valor del material precioso, por un lado, y el valor de! trabajo diestro con el material, por el otro, es ahora el punto crítico de la discusíón. Se trata de una distinción que no nos es ajena, que es en verdad totalmente comprensible, aunque no sea habitualmente una distinción central en nuestras ideas sobre los cuadros. Al principio del Renacimiento, sin embargo, ése era el centro. La dicotomía entre la calidad del material y la calidad de la habilídad era el mot¡vo más consistente y prominentemente mencionado en toda la discusión sobre pintura y escultura...
...(Alberti, en su tratado, pide que) el pintor represente objetos dorados no con el oro mismo sino con una diestra aplicación de pigmentos amarillos y blancos:
Hay pintores que utilizan mucho oro en sus cuadros porque piensan que eso les da majestad; esto no lo elogio. Aunque se estuviera pintando a la Dido de Virgilio con su carcaj dorado, su cabello dorado sostenido por un broche de oro, su vestido púrpura con su cinto dorado, las riendas y otras correas de oro en su caballo, aun entonces querría que no utilizara oro, porque representar con simples colores el brillo del oro merece, desde el punto de vista del oficio, más admiración y elogio".
Lo cierto es que, indistintamente de la opinión que nos merezca todo esto que cuenta Baxandall, conforme fue pasando el tiempo y la complejidad del arte de la pintura fue creciendo, apenas se volvieron a ver fondos azules como los de Giotto. El ilusionismo, la habilidad, ganó la batalla a la importancia que había tenido el material para las pinturas medievales. Pero hay un dicho del arte muy apropiado en este pasaje:
En toda ganancia siempre hay una pérdida.
Pregunta para evaluación positiva:
Veamos si somos observadores. En esta iluminación del libro de horas de Berry (hacia 1410), de la época de Giotto, en el que se muestran campesinos trabajando, hay un detalle con una gran falsedad histórica o una incoherencia relacionada con el color azul, ¿eres capaz de descubrir la incoherencia?
Es un acertijo difícil, pero a quien lo averigüe antes del martes le concedo un 0,5 en la evaluación general.






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